Por su naturaleza, este sector está expuesto a riesgos permanentes-desde incendios, fallas en la maquinaria, incumplimientos, errores u omisiones de ingenieros y arquitectos y hasta contingencias naturales, entre otros.
Uno de los engranajes más importantes en la maquinaria económica de Colombia es, sin duda, el sector de la construcción e infraestructura. De acuerdo con las proyecciones realizadas por la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol, el crecimiento de la actividad edificadora en el 2017 podría ser del 4,4%, una previsión que podría significar la generación de unos $47 billones de valor agregado durante el presente año -un 6% del Producto Interno Bruto (PIB) total del país-.
El repunte de este sector se explica en parte por las políticas públicas que están impulsando la reactivación de la vivienda de interés prioritario (VIP), el desarrollo de proyectos de vivienda gratuita, la construcción de establecimientos educativos derivados del Plan Nacional de Infraestructura Educativa, la puesta en marcha del proyecto ‘Vías para la Equidad’ que abarca la construcción de carreteras de ingreso y salida a poblaciones apartadas a cargo del Instituto Nacional de Vías (Invías) y las inversiones en materia de infraestructura urbana y de servicios públicos, principalmente de agua potable.
A este ‘boom constructor’ se le suma la modernización de puertos y aeropuertos y la ejecución de un ambicioso programa de infraestructura vial para mejorar la competitividad del país a través de las vías de cuarta generación (4G), así como el despegue de medianas y grandes edificaciones y construcciones corporativas, residenciales y hoteleras, entre otros proyectos que se adelantan actualmente.
No en vano, la industria de la construcción de Colombia es la tercera de mayor tamaño en América Latina después de Brasil y México y se espera que se multiplique cerca de dos veces -entre 2015 y 2020, pasando de US$ 30 mil millones a US$ 52 mil millones, establece el IBM Business Monitor.
Y como este es un sector expuesto a muchos riesgos que no solo ponen en juego el patrimonio del constructor sino también el de inversionistas y de quienes adquieren este tipo de bienes – en el caso de proyectos residenciales y de oficinas- requiere estar asegurado. “Ninguna obra está exenta de verse afectada por terremotos, inundaciones, incendios, daños en la maquinaria, errores u omisiones por parte de sus arquitectos e ingenieros e incumplimientos de diversa índole, entre otras contingencias. Se tiene el poder de la administración de los riesgos, pero un evento no contemplado en el plan de aseguramiento puede llevar a la pérdida de la inversión”, señaló Jaime Chaves, Vicepresidente de Seguros Generales de Chubb Seguros Colombia S.A.
En este sentido, los seguros juegan un papel fundamental en la actividad de la construcción y obras de infraestructura. Aquí las pólizas todo riesgo construcción, daños de maquinaria, responsabilidad civil extracontractual que cubren daños causados a terceros, de cumplimiento que amparan los perjuicios que causa el incumplimiento del contratista al contratante, y de responsabilidad civil profesional que protegen el patrimonio de ingenieros y arquitectos por errores u omisiones que ocasionen perjuicio patrimonial a terceros en la prestación de sus servicios profesionales, son importantes para salvaguardar las inversiones realizadas.
Pero este es un sector que va mucho más allá en aseguramiento. Por ejemplo, existen seguros como el de copropiedades que amparan las zonas comunes de conjuntos residenciales y de oficinas, y aquellos como los de hogar -que los constructores pueden entregar como valor agregado a sus clientes en el momento de la entrega del inmueble- que cubren incendio, daños por agua, terremoto, asistencia y rotura de vidrios, entre otros.
Construyendo sobre cimientos seguros
No cabe duda que el sector de la construcción e infraestructura es un gran jalonador de la economía colombiana y que enfrenta múltiples riesgos, tanto complejos como diferenciales, en comparación con otros. “Tales amenazas pueden ocurrir antes, durante o después de ejecutada la obra. Por lo general, se materializan en daños que pueden suceder en forma accidental, súbita e imprevista debido a factores que van desde fallas humanas, impericia e incumplimiento de contratos, pasando por fallas técnicas (incendio, explosión, cortos circuitos, rotura de tubos, etc.) y accidentes laborales, hasta los ocasionados por eventos de la naturaleza como inundaciones, terremotos, temblores, deslizamientos, entre otros”, destacó Jaime Chaves.
Se trata entonces de riesgos que, en resumen, configuran afectaciones en términos económicos, legales, contractuales y hasta reputacionales a constructores, contratistas, subcontratistas, arquitectos e ingenieros. De ahí la importancia de que las obras o proyectos cuenten, desde su planeación, con pólizas integrales y de amplia cobertura.
Las pólizas que brindan las compañías de seguros para el sector permiten contar con un respaldo ante riesgos, lo cual garantiza que el proceso de ejecución de la obra no será interrumpido por alguna contingencia y el asegurado podrá contar con la restitución del capital perdido para reparar los daños o continuar con la obra sin interrupción. “Por ello en Chubb diseñamos pólizas a la medida de las necesidades y expectativas de cada constructor y proyecto, que identifiquen todos los siniestros que puedan ocurrir antes, durante y después de la obra. Contar con una aseguradora que blinde los recursos que se están invirtiendo en el proyecto, sin duda, garantiza su ejecución y protege el patrimonio de constructores, sub-contratistas, arquitectos, ingenieros y terceros”, anotó el ejecutivo de Chubb Seguros Colombia S.A.