“Me tardé 10 años en entender lo que son los seguros y seguimos intentándolo”, dice medio en broma Federico Valdés, Director General de AER Alternativas en Riesgos, empresa que fundó en 2003 junto a su hermano Eduardo y que hoy suma 25 años de experiencia en el rubro, tiene una planta de 180 empleados y está asociada a Brokers Link, con presencia en 90 países.
Se trata de una firma que destaca por su amplio rango de coberturas: en el ámbito corporativo van de startups hasta multinacionales y, en el mundo de los seguros personales, desde el clásico seguro de vida hasta otros más específicos, como una póliza para cancelación de bodas. “Todo es importante, las personas y lo corporativo, porque una cosa te lleva a la otra. A todos les damos el mismo servicio, porque me ha costado construir lo que hemos logrado y lo tengo que cuidar”, explica.
Valdés llegó al mundo de los seguros por casualidad y sin estar del todo convencido. Mientras estudiaba Administración de Empresas en el Tecnológico de Monterrey, tenía un emprendimiento relacionado con la construcción. Con la crisis económica causada por la devaluación del peso mexicano en 1994, se vio obligado a cerrar. Luego su hermano lo invitó a vender seguros: estaba seguro de que su gran sociabilidad y facilidad para hacer amigos le ayudaría, y el tiempo le dio la razón. Pero entonces, tenía aún prejuicios y dudas. “El que vendía seguros en ese tiempo no tenía buena reputación, parecía que te dedicabas a esto porque te había ido mal en otra cosa”, explica y agrega, otra vez medio en broma: “además, la gente ya no te quería ni saludar pensando en que le ibas a vender un seguro de vida”.
Al poco tiempo, Valdés descubrió nuevas maneras de entender el negocio de los seguros y rápidamente comenzó a tener éxito. Y entendió como la idea de “pensar fuera de la caja” podía aplicarse a este mercado, ideando nuevos negocios y coberturas. Contrató gente muy capaz —“nunca escatimamos a la hora de invertir en buena gente”, comenta— y se dedicó a lo suyo: la venta, las relaciones humanas y el servicio. A raíz de esto no ha parado de crecer.
La transparencia, dice, es uno de sus valores fundamentales. Por eso, su empresa cuenta con un software y aplicaciones que permiten a los clientes tener acceso a información sobre su siniestralidad y otros datos que no siempre son compartidos por compañías de su competencia. “Somos agresivos en la venta, como cualquiera en su negocio, pero también somos honestos y transparentes, porque buscamos forjar relaciones de largo plazo”, explica.
En este camino, destaca haber contado siempre con Chubb: “Más allá de las grandes capacidades de una empresa, al final se trata de personas, de gente que te ayuda, que está ahí. Si algo destaca a Chubb, es la calidad de su gente”, dice.
Hoy, mira lo construido con una gran sonrisa: “Nunca pensé que iba a llegar a tener una empresa como la que tengo. No fui un alumno brillante, siempre he sido inquieto, distraído. Nunca me creé un hábito. Pero siempre fui muy sociable, y eso me ha ayudado mucho. Hemos construido esto de a poquito, despacio, aprendiendo. Y me siento muy orgulloso, porque empezamos desde cero”.